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Adolfo Luque, estrella y gran manager

Fue un gran lanzador en las Mayores y brilló como piloto en la LMB
February 8, 2015

México, D.F. (Tomás Morales) 8 de febrero.- Para la temporada de 1946, el magnate Jorge Pasquel no sólo le quitó varios jugadores importantes a las Ligas Mayores en su guerra beisbolera, sino que también trajo a la Liga Mexicana a Adolfo Luque, entonces coach de los Gigantes de Nueva York y quien había sido un pitcher estrella de la gran carpa, sobre todo con los Rojos de Cincinnati.

Luque fue un genio beisbolero y como lanzador desarrolló una gran curva que fue considerada la mejor de su tiempo y que lo mantuvo por 20 años en Grandes Ligas con un récord de 194-179 en 550 juegos, siendo dos veces el campeón de pitcheo de la Liga Nacional al jugar con Cincinnati.

Fue la de 1923 su temporada de oro, ya que ganó hasta 27 juegos, la cifra mayor por un lanzador de habla hispana, y perdió solo ocho, resultando el mejor de la Liga Nacional en efectividad con 1.93. En 1925 con los mismos Rojos volvió a ser el lanzador campeón con 2.63. Estuvo en dos Series Mundiales, la de 1919 en que vio acción en dos juegos al ganar Rojos a los Medias Blancas luego conocidos como los Medias Negras, y en 1933 con los Gigantes de Nueva York que vencieron a los Senadores de Washington.

Todavía era pitcher cuando comenzó su carrera legendaria también como manager en la Liga Cubana de cada invierno, llevando siete veces al Almendares al campeonato y una al Elefantes de Cienfuegos.

Al llegar a la Liga Mexicana en 1946, Jorge Pasquel lo asignó a los Pericos de Puebla, en donde fue llamado el "zorro plateado" y en Cuba le decían "Papá Montero" y también le decían el "Habana Perfecto". No ganó campeonatos en dos años que manejó ese tim verde, pero sí encontró al amor de su vida, ya que se casó con una dama de la sociedad poblana llamada Ivonne Resek. En 1946 quedó en tercer lugar, a cuatro juegos y medio del campeón Tampico. Y en 1947 fue también tercero a ocho juegos del monarca Monterrey.

Para 1948 lo trajo Pasquel de manager de sus Azules del Veracruz en donde quedó en cuarto lugar a siete juegos y medio del nuevamente campeón Monterrey.

Entonces se lo llevó don Mario Hernández a manejar al equipo de Mexicali de la Liga Sunset en 1950, donde terminó en primer lugar con récord de 98-47, aunque perdió el play off final con El Centro, California. En 1951 manejó al "Havana-Cubans" de la Liga Internacional de la Florida, quedando en cuarto lugar para volver a Mexicali en 1952 en la Liga Suroeste Internacioal, donde no duró  toda la campaña.

En 1953 regresó  a la Liga Mexicana y finalmente pudo llegar al cuadrilátero de los ganadores en nuestro Beisbol, llevando a los Tecolotes de Nuevo Laredo a dos campeonatos seguidos. En ese 1953 era el manager tecolote cuando Ramiro Cuevas lanzó su juego perfecto en el Parque Delta. Después de repetir como campeón con Nuevo Laredo en 1954 estuvo a punto de empatar con Lázaro Salazar el récord de tres títulos seguidos, ya que terminó la temporada de 1955, la primera de la Liga Mexicana en el Beisbol Organizado, empatado con el nuevo equipo del Tigres de la capital.

Por un problema monetario, Luque se separó de los Tecolotes para la serie extra que decidía el campeonato, manejando el pitcher Procopio Herrera y ganando Tigres el título.


FOTO: Luque fue un gran manager y como pelotero lució en las Grandes Ligas.

En su  última temporada en la Liga Mexicana, Luque manejó en 1956 a los Leones de Yucatán, quedando en tercer lugar.

Ya no volvió a la Liga Mexicana y falleció en La Habana el tres de julio de 1967, a los 66 años de edad.

Su pasión aparte del Beisbol lo eran las peleas de gallos, que entonces se llevaban a cabo tanto en México como en Cuba, y perdió bastante dinero en esas apuestas. Una vez manejando a los Medias Azules de Guadalajara en la vieja Liga de la Costa del Pacífico llegó a lanzar una entrada. También con los Pericos de Puebla en 1946 tiró una entrada poniendo cero y aceptando un hit.

Era una persona de temperamento explosivo y en Ligas Mayores tuvo una bronca memorable al ir, como pitcher del Cincinnati, de la lomita a la caseta del Gigantes para pelearse contra todos. Le dio un puñetazo en la nariz al luego famoso manager Casey Stengel.

En el beisbol cubano como pitcher tuvo récord de 93-62, siempre con su gran curva por delante. Con el Pericos de 1946 tuvo como pitcher estrella a Salvatore Maglie, que no había hecho nada relevante en Ligas Mayores pero Luque le enseñó a tirar la curva y cuando regresó al mejor beisbol del mundo fue un gran pitcher por varios años de Gigantes y Dodgers.

Decía en las entrevistas que le hacían que era primo en segunda rama materna del famoso torero "Manolete".

En una ocasión el barco en que viajaba de La Habana a Miami naufragó y se pensó que había muerto ahogado, declarando el presidente tres días de luto y hasta le hicieron una canción tipo rumba llamada "A llorar a Papá Montero". Pero varios naúfragos se salvaron y pudieron llegar a Miami para alegría de todos sus familiares, uno de ellos, el gran Adolfo Luque.