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El adiós de Héctor Espino

El ilustre jonronero chihuahuense se retiró de la Liga Mexicana de Beisbol el 19 de julio de 1984
July 19, 2016

Monterrey, N.L. (Horacio Ibarra)19 de julio.- Héctor Espino, el formidable jonronero mexicano, dueño de la mayoría de récords ofensivos de la Liga Mexicana de Beisbol, se retiró de la actividad un día como hoy, 19 de julio, pero de 1984.

Hoy se cumplen 32 años de aquella fecha inolvidable que por siempre quedó grabada en la memoria de todos los que asistimos al parquecito Cuauhtémoc y Famosa de la sultana del norte.

El gran ídolo de Chihuahua

Su retiro fue enmarcado en un grandioso y merecido homenaje brindado por los Sultanes de Monterrey, el equipo en el que debutara en la campaña de 1962, recibiendo el nombramiento de Novato del Año.

El gran ídolo de Chihuahua se retiró vistiendo el uniforme sultán, la franela que portara durante nueve temporadas y que lo distinguiera notablemente portando el número 21 en su camisola. Era una acertada decisión, pues ya eran muchos años de trayectoria. Nada le quedaba nada por conquistar en los distintos diamantes de la liga de verano.

Espino pulverizó la mayoría de récords de bateo e impuso los propios, como aquel de 1964 cuando impuso récord con 46 cuadrangulares bateados en la campaña, batiendo la marca impuesta un año antes (39) por Ronnie Camacho.

Al momento de retirarse sólo la gloria quedaba de su apagado cañón, sus movimientos habían perdido agilidad, sus reflejos ya no eran los mismos y se veía cansado, agotado, sin la brillante chispa que lo caracterizó durante muchos años en cada ocasión que se paró ante la caja de bateadores.

Fecha histórica de la LMB

El 19 de Julio de 1984 es una fecha histórica que siempre deberá recordarse en la pelota mexicana. Esa noche, en contra de los Rieleros de Aguascalientes y de sus lanzadores Luis Villanueva y Jesse Vásquez, Espino, quien fungía como sexto bat y quien en múltiples oportunidades ocupara el sitio de honor en el orden al bat del equipo regiomontano, se paró en cuatro ocasiones en el pentágono, fallando en todas sus oportunidades.

Su primer turno fue en la segunda entrada, siendo dominado en línea al serpentinero. En el siguiente sacó  fuerte línea hacia el jardinero izquierdo Rudy Rodríguez. En la tercera ocasión sacó rola al short stop, quien forzó en segunda a Carlos López y tiró mal a primera para que nuestro personaje se embasara en bola ocupada, e inclusive avanzara hasta la segunda base, siendo esa la última ocasión que se le viera sobre las colchonetas.

Ese turno lo consumió ante el zurdo Luis Villanueva, quien años después y jugando para los Sultanes recordó bastante bien el momento histórico.

"La verdad, ni nosotros ni los Sultanes estábamos peleando la calificación, cuando eso sucedió, y te voy a ser sincero, yo le puse la pelota a Espino para que este la conectara de hit, pero no pudo conseguirlo".

Su último turno al bat

Su última oportunidad se dio en la octava entrada. Todos los que nos encontrábamos presentes en el parquecito deseábamos con ansiedad ver otro hit salido del madero del formidable beisbolista. Sin embargo, no hubo nada de eso. Espino fue abanicado con sólo tres envíos del norteamericano Jesse Vázquez, lo peor de todo es que sus tres swings fueron terriblemente flojos.

Para Espino había sido reconfortante el haber retornado al equipó de los Sultanes y estar con ellos en el momento de su retiro.

"Siempre tuve la idea de volver para poder irme del beisbol vestido de sultán, uno vive de esto y si un cambio beneficia a un club se tiene que hacer, estoy feliz de haber regresado", dijo el hombre récord del beisbol mexicano.

"Un adiós es triste, pero no tanto cuando se planea con tiempo, yo creo que me voy en plenas facultades, me retiro voluntariamente, no a la fuerza como hubiera sido de seguir activo", añadió "El Niño Asesino".

Así, a los 45 años, cuando muy pocos permanecen en actividad, Espino, el hombre más temido del beisbol mexicano, el que hiciera vibrar las tribunas al compás de sus cañonazos, al que en Chihuahua consideraban un héroe, en Hermosillo un Dios, y en Monterrey un ídolo inmortal, decía adiós al beisbol en su carrera de pelotero.

La última vez que se paró en la caja de bateo fue seguido por el total de aficionados que llenaba el inmueble. Había tristeza en el ambiente y no era para menos, jamás verían a otro jugador con características similares a las del nativo de Chihuahua, al ídolo inmortal, al incomparable Héctor Espino que se despedía como beisbolista.

Hoy se cumplen 32 años de aquel hecho memorable.